Evaluación
Labios:
efectúe la inspección y la palpación de los labios mientras el paciente permanece
con la boca cerrada para valorar la simetría, el color, y las anomalías
superficiales y edema posibles. El color de los labios debe ser rosado en
individuos de raza blanca y más azulada en individuos de piel oscura. Ha de
encontrarse simetría labial, tanto en reposo como en movimiento. No debe haber
lesiones que interrumpan la distinción entre el borde libre de los labios y la
piel de la cara. La superficie de la piel labial debe ser lisa y no presentar
lesiones.
Los
labios secos y agrietados (queilitis) pueden tener su causa en la deshidratación
por exposición al viento, en el uso de dentaduras postizas o de aparatos de ortodoncia,
o en la acción repetida de lamerse los labios. Las grietas profundas en las comisuras
de la boca (queilosis) pueden indicar una deficiencia de riboflavina o un
defecto de sobremordida, que permite que la saliva macere los tejidos.
La
hinchazón de los labios puede deberse a una infección o a alergia (angioedema).
La palidez labial se asocia a anemia, mientras que la palidez peribucal se
relaciona con escarlatina. La cianosis (labios azulados o morados) es
consecuencia de la hipoxia asociada a un problema respiratorio o cardiovascular.
Mucosa oral, dientes y encías
Pida
al paciente que apriete los dientes y sonría, de manera que usted pueda valorar
la oclusión dental. Con esta maniobra también se valora el nervio facial (par
craneal VII). La oclusión dental es adecuada cuando los molares superiores
encajan en los surcos de los molares inferiores, y los premolares y caninos
coinciden plenamente. Son signos de mal oclusión y de problemas de mordida la
protrusión de los incisivos superiores (sobremordida), la protrusión de los
incisivos inferiores, o la ausencia de solapamiento de los incisivos superiores
en relación con los inferiores (mordida cruzada) o de coincidencia de molares
(mordida abierta).
Pida
al paciente que se quite cualquier posible aparato dental removible y que abra
parcialmente la boca. Con un depresor lingual y una fuente de luz intensa,
realice la inspección de la mucosa oral, de las encías y de los dientes. La
membrana mucosa debe tener un color rojo-sonrosado, ser lisa y estar húmeda.
Las
manchas de Fordyce, una posible variante, son glándulas sebáceas ectópicas que
aparecen en la mucosa oral y en los labios en forma de numerosas lesiones pequeñas
y elevadas de color blanco amarillento. Con frecuencia, en individuos de piel
oscura se observa una mucosa con manchas pigmentadas.
Cavidad oral
Efectúe
la inspección del dorso de la lengua y tome nota de si existe hinchazón,
variación del color o del tamaño, revestimiento o ulceraciones. Pida al
paciente que extienda la lengua hacia fuera mientras observa si existe
desviación, temblor o limitación del movimiento. El procedimiento también sirve
para valorar el nervio hipogloso (par craneal XII). La lengua en protrusión
debe mantenerse en la línea media. No deben observarse atrofia ni
fasciculaciones. La desviación hacia un lado es sugestiva de atrofia de la
lengua y del nervio hipogloso afectado.
La
lengua ha de tener un color rojo mate, está húmeda y brillante. La superficie
de su porción anterior es lisa pero se vuelve áspera por la presencia de
papilas y pequeñas fisuras. La porción posterior debe presentar arrugas o una
superficie lisa pero ligeramente irregular, con una mucosa más fina que la de
la porción anterior.
Pida
al paciente que toque con la punta de la lengua el paladar directamente por
detrás de los incisivos superiores. Realice la inspección del suelo de la boca
y de la superficie ventral de la lengua en busca de hinchazón y varicosidades,
y observe, asimismo, el frenillo, el surco sublingual y los conductos de
Wharton. La superficie ventral de la lengua debe ser rosa y lisa, con gruesas
venas entre el frenillo y los pliegues fimbriados.
Envuelva
la lengua con una gasa y tire suavemente a cada lado mientras inspecciona los
bordes laterales. Raspe los bordes blancos o rojos para diferenciar las
partículas de alimentos de la leucoplaquia u otra anomalía fija.
Palpe
la lengua y el suelo de la boca en busca de bultos, nódulos o ulceraciones. La
lengua debe tener una textura suave y uniforme, y no debe presentar nódulos,
ulceraciones ni áreas de induración. Cualquier úlcera, nódulo o mancha blanca
engrosada en la superficie ventral o lateral de la lengua puede ser indicativa
de una neoplasia maligna.
Pida
al paciente que incline la cabeza hacia atrás para efectuar la inspección del
paladar y de la úvula. El paladar duro, blanquecino, debe tener forma de cúpula
con arrugas transversas. El paladar blando, rosado, es contiguo al duro. La
úvula, en la continuación de la línea media del paladar blando, varía en cuanto
a longitud y grosor. El paladar duro puede presentar una protuberancia ósea en
la línea media, denominada toro palatino, que es una posible variante.
El
movimiento del paladar blando se evalúa pidiendo al paciente que diga «ah».
Para dicha maniobra puede ser necesario bajar la lengua con el depresor.
Mientras el paciente vocaliza, observe si el paladar blando se eleva de forma
simétrica al mismo tiempo que la úvula permanece en la línea media.
Con
esta maniobra se comprueba, asimismo, el estado de los nervios glosofaríngeo y
vago (pares craneales IX y X).
Una
úvula bífida normalmente es una alteración benigna y puede ser una variante
normal en algunos nativos de Norteamérica; sin embargo, también puede ser un
signo de paladar hendido submucoso. Recientemente, se ha asociado la presencia
de úvula bífida a síndrome de Loeys-Dietz, un trastorno en el que puede
presentarse dilatación de la raíz aórtica y disección aórtica.
Orofaringe
Realice
la inspección de la orofaringe utilizando un depresor lingual para bajar la
lengua (v. Información clínica, «Uso del depresor lingual»). Observe los
pilares amigdalinos, tome nota del tamaño de las amígdalas, si existen, así
como de la integridad de la pared retrofaríngea. Las amígdalas, generalmente
del mismo color rosado que la faringe, deben encajar dentro de los pilares
amigdalinos. Igualmente, pueden presentar criptas, donde se depositan detritos
celulares y partículas alimentarias. Si están enrojecidas, hipertrofiadas y
cubiertas de exudado, es posible que exista una infección.
LACTANTES
Boca. Los labios deben
estar bien formados, sin hendidura (v. Variantes físicas, «Labio leporino y
paladar hendido»). Durante las primeras semanas de vida, el recién nacido puede
presentar callo de succión en el labio superior, que se muestra en forma de
placas o costras. La ausencia de filtrum es sugestiva de una anomalía
congénita.
Al llorar, el lactante brinda
la oportunidad de realizar un examen de su boca. Evite bajar la lengua con un
depresor lingual, ya que dicha maniobra estimula una fuerte protrusión refleja
de la lengua, lo que dificulta su visualización.
La mucosa oral debe
mostrarse rosa y húmeda, con almohadillas de succión pero sin otras lesiones.
Raspe cualquier mancha blanca visible en la superficie de la lengua o de la
mucosa oral con un depresor lingual.
NIÑOS
Boca. Anime al niño a colaborar
durante la exploración de la boca. El hecho de dejar que sujete y manipule el
depresor lingual y la linterna puede reducir su miedo al procedimiento. Comience
por darle instrucciones que no lo asusten, como «Por favor, enséñame los
dientes». La observación de bordes de dientes planos puede indicar bruxismo (rechinamiento
inconsciente y compulsivo de dientes). La presencia de múltiples áreas marrones
o caries en los incisivos superiores e inferiores puede ser el resultado de
ofrecer al niño un biberón de leche o de zumo antes de irse a dormir, lo que se
conoce como «caries de la infancia temprana». Los dientes de color
gris o negro suelen ser un indicio de caries que han llegado a la pulpa o de un
tratamiento oral con hierro.
ADULTOS
MAYORES
Boca.
Los labios presentan un mayor número de marcas verticales y parecen más secos
cuando el flujo salival es menor. La mucosa oral es más fina, está menos
vascularizada y es menos brillante que en los adultos más jóvenes. La lengua
puede parecer más fisurada y las venas de su superficie ventral aparecen a veces
varicosas.
Los tejidos orales pueden estar más secos (xerostomía) cuando se prescriben
fármacos que reducen las
secreciones de las glándulas salivales o, en caso de síndrome de Sjögren, una
enfermedad inflamatoria crónica de las glándulas exocrinas. La disminución de saliva
da lugar a un incremento de las caries dentales y de las molestias en la boca. Con
frecuencia, los dientes naturales están desgastados, con acortamiento de la
corona y alteración del grosor del esmalte.
Es posible que existan caries y
restauraciones dentales deterioradas. Puede que los dientes parezcan más largos
debido a resorción de la encía y del hueso, lo cual deja al descubierto las
raíces de los dientes.
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