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Ojo


Es el órgano sensorial que transmite los estímulos visuales al cerebro para que los interprete, ocupa la cavidad orbitaria. El ojo, en realidad, es una extensión embriológica directa del encéfalo, en el cual se insertan cuatro músculos rectos y dos músculos oblicuos.
El globo ocular se conecta al cerebro a través del nervio óptico o par craneal (PC) II.

El ojo externo

Está compuesto por los párpados, la conjuntiva, la glándula lagrimal, los músculos oculares y la órbita ósea. La órbita también contiene grasa, vasos sanguíneos, nervios y tejido conjuntivo de soporte.


Los párpados: están formados por piel, músculo estriado, la placa tarsal y la conjuntiva; contienen glándulas de Meibomio, que segregan grasas para la película lagrimal. Los párpados distribuyen la lágrima sobre la superficie ocular, limitan la cantidad de luz que entra en el ojo y protegen el globo ocular de cuerpos extraños.

La conjuntiva: es una fina membrana mucosa transparente. La conjuntiva palpebral es la parte que recubre la cara anterior de los párpados, mientras que la conjuntiva bulbar u ocular tapiza la superficie externa del ojo.

La glándula lagrimal: se sitúa en la zona temporal del párpado superior y produce lágrimas que humedecen el ojo.



Músculos oculares: cada ojo se mueve por la acción de seis músculos: los músculos rectos superior, inferior, medial y lateral, y los músculos oblicuos superior e inferior. Dichos músculos son inervados por los PC III (motor ocular común), IV (troclear) y VI (motor ocular externo).


Ojo interno

Las estructuras internas del ojo constan de tres capas independientes. La parte externa del globo ocular está formada por la esclerótica en la parte posterior y la córnea por delante. La capa intermedia o úvea está compuesta por la coroides en la parte posterior, y por el cuerpo ciliar y el iris en la parte anterior. La capa más interna de fibras nerviosas es la retina.

La esclerótica, o esclera: es una densa estructura avascular que se ve anteriormente como el blanco del ojo. Constituye el soporte de la estructura interna del ojo.

La córnea: representa el sexto anterior del globo ocular y se continúa con la esclerótica. Ópticamente, es transparente, posee una rica inervación sensitiva y es avascular. Es el elemento refractivo más potente del ojo.

Uvea: el iris, el cuerpo ciliar y la coroides constituyen la capa uveal. El iris es un disco muscular contráctil que contiene células pigmentarias responsables del color del ojo. El cuerpo ciliar produce el humor acuoso (líquido que circula entre el cristalino y la córnea) y contiene los músculos que controlan la acomodación. La coroides es una capa muy vascularizada y pigmentada que proporciona oxígeno a los estratos externos de la retina.

El cristalino: es una estructura transparente biconvexa que se localiza inmediatamente por detrás del iris. Enfoca en la retina imágenes de objetos situados a diversas distancias.

La retina: es la retícula sensorial del ojo; transforma los impulsos luminosos en impulsos eléctricos, que se transmiten a través del nervio óptico, la cintilla óptica y las radiaciones ópticas hasta la corteza visual en el encéfalo y desde aquí hasta la corteza cerebral, donde son interpretados.
Las principales referencias anatómicas de la retina son la papila óptica, de la que se originan el nervio óptico, así como la arteria y la vena central de la retina.

Lactantes y niños
Los ojos se desarrollan durante las primeras 8 semanas de gestación y pueden sufrir malformaciones por ingesta materna de fármacos o infecciones intrauterinas. Aunque la visión periférica está completamente desarrollada al nacer, la central tarda más en madurar. A las 2 o 3 semanas de edad, la glándula lagrimal comienza a producir el volumen completo de lágrimas y muchos lactantes mostrarán interés por objetos grandes. En torno a los 3 a 4 meses se completa el desarrollo de la visión binocular. En torno a los 6 meses de vida, la visión ha madurado lo suficiente como para que el lactante pueda diferenciar los colores.

Mujeres gestantes
Los ojos experimentan varios cambios durante el embarazo debido a adaptaciones fisiológicas y hormonales. Estos cambios pueden dar lugar a hipersensibilidad y modificar la potencia refractiva del ojo. Puede producirse un leve edema y engrosamiento corneal, asociado a visión borrosa, sobre todo en el tercer trimestre.

Adultos mayores
El principal cambio fisiológico del ojo con el envejecimiento es la pérdida progresiva de la acomodación (capacidad de enfoque), lo que se conoce como presbicia. En general, hacia los 45 años de edad, el cristalino se vuelve más rígido y el músculo ciliar se debilita. El cristalino, además, sigue formando fibras durante toda la vida.

Revisión de los antecedentes relacionados
Para cada uno de los síntomas o enfermedades analizadas en esta sección, se enumeran una serie de cuestiones que deben incluirse en los antecedentes de la enfermedad actual.

Antecedentes de la enfermedad actual:
-        Ojo rojo (presencia de inyección conjuntival o enrojecimiento).
• Disminución de visión: en uno o ambos ojos, corregida con lentes.
• Lesión o cuerpos extraños recientemente; dormir con lentes de contacto.
• Dolor: con o sin pérdida de visión, en el ojo o alrededor, superficial o profundo, insidioso o de comienzo brusco, quemazón, picor, sensación de malestar o arenilla inespecífica.
• Antecedentes de inflamación, infecciones o cirugía ocular
• Antecedentes de enfermedades o síntomas similares recientes en su hogar
• Secreciones oculares: color (transparente o amarillento), consistencia (acuosa o purulenta), duración, rebosamiento de lágrimas a la cara, menor formación de lágrima con sensación de arenilla
• Fármacos: colirios o pomadas oculares, antibióticos, lágrimas artificiales, midriáticos, antiglaucomatosos, vitaminas antioxidantes (para prevenir la degeneración macular), corticoides (que favorecen la formación de cataratas).
Antecedentes médicos:
• Cirugía ocular: enfermedad por la que se operó, corrección refractiva con láser, fecha de la intervención, resultado.
• Enfermedades crónicas que puedan afectar a los ojos o la visión: glaucoma, diabetes, enfermedad cardiovascular arterioesclerótica, hipertensión.
• Fármacos: corticoides, hidroxicloroquina, antihistamínicos, antidepresivos, antipsicóticos, antiarrítmicos, b-bloqueantes.
Antecedentes familiares
• Glaucoma, degeneración macular, diabetes, hipertensión u otras enfermedades que puedan afectar a la visión o la salud ocular
• Cataratas
• Miopía, hipermetropía, estrabismo o ambliopía.
Antecedentes personales y sociales:
• Laborales: exposición a gases irritantes, sustancias químicas, cuerpos extraños o maquinaria de alta velocidad.
• Actividades: participación en deportes con riesgo de lesión ocular.
• Uso de dispositivos protectores durante el trabajo o las actividades con riesgo para los ojos.
• Antecedentes de tabaquismo (factor de riesgo para formación de catarata, glaucoma, degeneración macular, oftalmopatía tiroidea).

Lactantes y niños:
• Prematuros: maniobras de resucitación, uso de ventilación mecánica u oxígeno, retinopatía del prematuro, peso al nacer respecto a la edad gestacional, sepsis, hemorragia intracraneal.
• Antecedentes de infecciones de transmisión sexual en la madre.
• Anomalías congénitas del ojo.
• Niños pequeños: frotamiento excesivo de los ojos, orzuelos frecuentes, incapacidad para localizar y coger objetos pequeños, problemas de visión nocturna.
• Niños en edad escolar: en el aula, necesidad de sentarse en las primeras filas para ver la pizarra; retraso escolar no explicable por incapacidad intelectual.

Mujeres gestantes:
• Presencia de trastornos que pueden causar complicaciones como hipertensión gravídica o diabetes gestacional. Síntomas indicativos de hipertensión gravídica: diplopía, escotomas, visión borrosa o amaurosis.
• Uso de fármacos oculares tópicos (pueden atravesar la barrera placentaria).

Adultos mayores:
• Agudeza visual: disminución de la visión central, uso de iluminación tenue o potente para mejorar la agudeza visual, síntomas de deslumbramiento.
• Lagrimeo excesivo.
• Ojos secos.
• Dificultad en la percepción de profundidad.

Exploración y hallazgos

Equipo: Escala de optotipos de Snellen o tarjetas de Lea, C de Landolt o escala HOTV. Escala de optotipos de visión cercana de Rosenbaum o Jaeger. Linterna de bolsillo. Trozo de algodón. Oftalmoscopio. Oclusor ocular, gasa o cartulina opaca.

Exploración de la agudeza visual:
La medición de la agudeza visual la discriminación de detalles visuales pequeños explora la función del PC II (nervio óptico) y es básicamente una medida de la visión central. Coloque al paciente a 20 pies (6 m) de la escala de optotipos de Snellen. Compruebe que la escala está bien iluminada. Como alternativa, existen también escalas especiales para usarlas a 10 pies (3 m) del paciente. Explore cada ojo por separado cubriendo uno de ellos con una cartulina opaca o una gasa y asegurándose de no presionar sobre él. Pida al paciente que identifique todas las letras empezando por cualquier línea. Determine la línea más pequeña en la que el paciente puede identificar todas las letras y anote la agudeza visual correspondiente a dicha línea.

Exploración externa:
La exploración de los ojos debe llevarse a cabo de manera sistemática, empezando por los anejos oculares (es decir, las cejas y los tejidos circundantes) y profundizando progresivamente.

Estructuras circundantes: Inspeccione las cejas comprobando su tamaño y extensión, así como la textura del pelo. Observe si se extienden más allá del ojo o si no lo sobrepasan. Si las cejas son ásperas o no rebasan el canto temporal, el paciente puede padecer hipotiroidismo. Si las cejas parecen demasiado delgadas, pregunte al paciente si se las depila o arranca.

Párpados: Pida al paciente que cierre los ojos sin apretar y compruebe si hay fasciculaciones o temblores palpebrales, los cuales son un signo de hipertiroidismo. Inspeccione si los párpados se pueden cerrar del todo y abrirse ampliamente. Observe si hay caspa, enrojecimiento o edema del borde palpebral. Debe haber pestañas en ambos párpados que no se curven hacia el globo ocular.

Palpación: Palpe los párpados en busca de nódulos. La palpación de la órbita es uno de los métodos más sencillos para evaluar la presión intraocular. El dolor a la palpación puede ser indicativo de escleritis, celulitis orbitaria o trombosis del seno cavernoso. Si el ojo está duro y doloroso a la palpación, podría haber un glaucoma grave o un tumor retrobulbar.

Conjuntiva: Las conjuntivas suelen ser translúcidas y no presentar eritema. Inspeccione la conjuntiva palpebral haciendo que el paciente mire hacia arriba mientras tira hacia abajo del párpado inferior, observando la translucidez y el patrón vascular. Inspeccione la conjuntiva tarsal superior solo si hay indicios de un posible cuerpo extraño. Pida al paciente que mire hacia abajo mientras usted tira de las pestañas suavemente hacia abajo y hacia delante para eliminar la succión entre el párpado y el globo ocular. Observe si hay eritema o exudación conjuntival.

Córnea: Examine si la córnea está transparente iluminándola tangencialmente. Como la córnea normal es avascular, no deben verse vasos sanguíneos. La sensibilidad corneal, dependiente del PC V (nervio trigémino), se explora tocando la córnea con una hila de algodón. La respuesta esperada es que el paciente parpadee, lo que indica que no hay lesión de las fibras sensitivas del PC V ni de las fibras motoras del PC VII (nervio facial).
Iris y pupila: El patrón del iris debe ser claramente visible. En general, los dos iris son del mismo color. Observe cualquier alteración de la forma de las pupilas, que deben ser redondas, regulares y del mismo tamaño. Calcule el tamaño de las pupilas y compare si son iguales. Puede haber diversas anomalías del tamaño pupilar.

Cristalino: Inspeccione el cristalino, que debe ser transparente. La luz sobre él puede conferirle un aspecto gris o amarillo, pero, aun así, debe permitir el paso de la luz. La exploración posterior del cristalino con el oftalmoscopio servirá para valorar su transparencia.

Esclerótica: Al examinar la esclerótica, lo primero que hay que comprobar es su color blanco. La esclerótica solo es visible por encima del iris si los párpados están muy abiertos. Si existe una hepatopatía o una anemia hemolítica, las escleróticas pueden estar pigmentadas con un tono amarillento o verdoso.
Aparato lagrimal: Inspeccione el área de la glándula lagrimal y palpe el reborde orbitario inferior cerca del canto interno. Los puntos lagrimales deben verse como pequeñas elevaciones con una depresión central en la parte nasal del borde palpebral superior e inferior.

Músculos extraoculares: Todos los movimientos oculares están controlados por la función integrada de los PC III (motor ocular común), IV (troclear) y VI (motor ocular externo) y de los músculos extraoculares. Sujete la barbilla del paciente para que no mueva la cabeza y pídale que mire a su dedo mientras lo mueve por los seis campos cardinales de la mirada.

Exploración oftalmoscópica:
La exploración de los ojos con el oftalmoscopio (funduscopio) puede ser un procedimiento agotador para el paciente. Permítale descansar durante breves períodos de tiempo. La inspección del interior del ojo permite visualizar la papila óptica, las arterias, las venas y la retina. Es necesario que la pupila esté suficientemente dilatada, lo que a menudo se logra dejando en penumbra la sala de exploración. En ocasiones hay que recurrir a colirios midriáticos. Explore con su ojo derecho el ojo derecho del paciente y con su ojo izquierdo el ojo izquierdo del paciente.

No es normal encontrar áreas circunscritas con disminución o aumento de pigmentación en el fondo de ojo, salvo semilunas o puntos en el borde papilar, sobre todo en su lado temporal.

Por último, examine la papila óptica. El borde papilar debe ser nítido y estar bien definido, sobre todo en la zona temporal. La papila suele tener un tono amarillo o rosa cremoso, aunque el color varía según la raza, de tal modo que es más oscuro en individuos con piel pigmentada.

A continuación, inspeccione la mácula, también llamada fóvea central o mácula lútea, que se encarga de la visión central y se localiza a unos 2 diámetros papilares en sentido temporal al nervio óptico.

Hallazgos inesperados:


A veces pueden encontrarse hallazgos inesperados, como fibras nerviosas mielinizadas, papiledema, excavación glaucomatosa, drusas, focos blancos algodonosos o hemorragias. Las drusas se ven como pequeñas manchas bien definidas algo más amarillas que las retina; con el tiempo se hacen más grandes. Pueden aparecer lesiones similares en muchas enfermedades que afecten a las capas pigmentarias de la retina, pero casi siempre se deben al envejecimiento y, según su tamaño y número, pueden preceder a la degeneración macular asociada a la edad. Cuando observe un aumento del número o de la intensidad de las drusas, utilice una rejilla de Amsler para evaluar la visión central del paciente.


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