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Nariz, Nasofaringe y Senos


La nariz y la nasofaringe aportan la vía de paso para el aire inspirado, humidifican, filtran y calientan el aire inspirado, identifican olores y aportan resonancia al aire de la laringe. La nariz externa está formada por hueso y cartílago recubiertos de piel. Los orificios nasales, las aberturas anteriores de la nariz, están rodeadas por las alas cartilaginosas de la nariz y la columela. Los huesos frontal y maxilar forman el puente de la nariz.
El suelo nasal está formado por el paladar duro y blando, mientras que el techo lo constituyen los huesos frontal y esfenoides. La nariz interna está revestida por una membrana mucosa vascular con un recubrimiento grueso de pelos y secreciones mucosas, que retienen los residuos y bacterias del aire inspirado a la nasofaringe para la deglución o la expectoración. El moco contiene inmunoglobulinas y enzimas, que sirven como protección ante posibles infecciones. Los receptores del olfato se sitúan en el epitelio olfatorio. La nariz interna queda dividida por el tabique nasal en dos cavidades: los vestíbulos. El aire inspirado entra en la nariz a través de los orificios nasales y pasa a través de los vestíbulos a las coanas, aberturas posteriores que dan acceso a la nasofaringe. La lámina cribosa, que alberga las terminaciones sensoriales del nervio olfatorio, se localiza en el techo de la nariz. El plexo de Kiesselbach, constituido por la convergencia de un conjunto de arterias y venas pequeñas y frágiles, se localiza en la porción anterior del tabique. Las adenoides se ubican en la pared posterior de la nasofaringe.
Los cornetes nasales, estructuras óseas curvas paralelas recubiertas de membrana mucosa vascular, forman las paredes laterales de la nariz y protruyen hacia la cavidad nasal. El meato inferior drena el conducto nasolagrimal, el meato medial y los senos paranasales, y el meato superior, el seno etmoidal posterior.
Solo los senos maxilares y frontales son accesibles para su exploración física.
El deterioro del sentido del olfato se debe a una pérdida de neuronas sensitivas olfatorias, la cual se inicia en torno a los 60 años de edad.
Evaluación:
Nariz Externa:
Inspeccione posible desviaciones de forma, tamaño y color de la nariz. Observe los orificios nasales para detectar secreción, ensanchamientos o estrechamientos. La piel debe estar lisa, sin inflamaciones, y ser acorde al color del resto de la cara. La columela ha de situarse exactamente en la línea media y su anchura no debe exceder el diámetro. de uno de los orificios nasales. Estos suelen ser de forma oval y tener una posición simétrica. Una depresión del puente de la nariz o una deformidad nasal en silla de montar pueden ser consecuencia de una fractura del hueso nasal o de una inflamación previa del cartílago de la nariz.
Cuando hay secreción, se ha de describir su carácter (p. ej., acuosa, mucoide, purulenta, con costras o sanguinolenta), su volumen y color, y si es unilateral o bilateral.
Evalúe la permeabilidad de los orificios nasales. Tape uno de ellos colocando un dedo en el lateral de la nariz e indique al paciente que inspire y espire con la boca cerrada.

Cavidad Nasal:
Utilice un espéculo nasal y una fuente de luz adecuada para inspeccionar la cavidad nasal. Sostenga el espéculo con la palma de una mano. Utilice la otra para modificar la posición de la cabeza del paciente. Introduzca el espéculo lentamente y con precaución.
Inspeccione el color de la mucosa nasal y la presencia de secreciones, masas, lesiones e inflamación de los cornetes (v. Información clínica, «Consumo de cocaína»). En el tabique nasal, evalúe la  lineación y las posibles perforaciones, hemorragias y costras. Mantenga erguida la cabeza del paciente para explorar el vestíbulo y el cornete nasal inferior. Incline la cabeza del paciente hacia atrás para visualizar el meato y el cornete medios. La mucosa nasal debe brillar y tener un color rosa oscuro.
El tabique nasal debe estar próximo a la línea media y presentar una disposición recta; generalmente, su parte anterior es más gruesa que la posterior. La asimetría en el tamaño de las cavidades nasales posteriores es sugestiva de desviación del tabique.
Senos:
Inspeccione las áreas de los senos frontales y maxilares para detectar una posible inflamación de los mismos. Para palpar los senos frontales utilice los pulgares, presionando sobre la ceja ósea a ambos lados de la nariz. A continuación, presione sobre las apófisis cigomáticas, y emplee los pulgares o los dedos medio e índice de cada mano para palpar los senos maxilares. No deben registrarse sensibilidad dolorosa ni inflamación de los tejidos blandos. Ambas son indicativas de infección u obstrucción.
La transiluminación de los senos frontales y maxilares puede llevarse a cabo en caso de sensibilidad dolorosa o sospecha de infección. Para ello se utilizan un transiluminador de senos o una pequeña linterna. Para transiluminar los senos maxilares, oscurezca la sala por completo y coloque la fuente de luz sobre el lateral de la nariz, bajo la cara medial del ojo. Observe a través de la boca abierta del paciente para detectar iluminación en el paladar duro. Para transiluminar los senos frontales, coloque la fuente de luz sobre la cara medial de cada borde supraorbitario. Busque un tenue reflejo rojo inmediatamente por encima de la ceja. Los hallazgos bilaterales pueden variar, ya que los senos frontales presentan un desarrollo diferente. Los senos pueden mostrar distintos grados de iluminación: opaca (sin transiluminación), tenue (transiluminación reducida) o manifiesta (transiluminación esperada).

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